miércoles, 4 de septiembre de 2013

El huevo, la cuna y el sepulcro.



El huevo como símbolo del origen y contenedor espiritual.

Concepto exterior del proyecto. El huevo, la cuna y el sepulcro.
Mircea Eliade afirma que en la pascua el huevo representa el eterno renacer, es el símbolo de resurrección y a la vez el sarcófago de la muerte. Los muros del sepulcro de Jesús son también el eterno lecho del despertar. Cristo resucita rompiendo la lápida y la corteza del tiempo, abre el sepulcro que es la caja de la eternidad y emerge a la vida como el ave Fénix. Es una creencia antigua que todavía podemos observar en los efectos de los albores del amanecer y que yo ensayé durante todo un año como queda registrado en: http://fenixlacomella.blogspot.com.es  
También Fénix renace del huevo, matriz original que él mismo construye con sus cenizas recicladas, con incienso, cardamomo y otras especies aromáticas. Con ellas hace un sepulcro para su padre, que es él en el pasado, y lo transporta a la espalda hasta el templo del sol en Heliópolis (Egipto) Con esas cenizas cálidas se hace, se reconstruye cada día entre los resplandores del sol. Este hecho nos recuerda que somos Herederos del Huevo Humano y de su Historia; el cromosoma eterno.
De este corto resumen se desprende el presentimiento común de que tras la muerte nada termina, que todo queda fermentado en la marmita de la vida y que la continuidad es posible en el eterno renacer. En la obra de Bancusi el huevo se presenta como forma, pero también es una matriz simbólica. Es una “forma viva” que nos acoge antes y después de la vida consciente, es el espacio intersticial entre la memoria mineral y la vida. Lo Humano también es parte del origen y regresa a él para dormir en su eterna membrana; el huevo...

El proyecto en homenaje a Brancusi toma la forma exterior de un templo pequeño y sencillo rematado en forma de huevo. El interior esta ocupado con la escueta forma de una idea y en la ausencia total de ornamentos. Se ha de ocupar con un símbolo elocuente, rotundo y fácil de recordar por mucho tiempo, un contenido especial que nos ha de implicar como especie responsable de los designios de la vida en la tierra. Todo el espacio queda ocupado con las cinco piedras que forman la letra H, ellas configuran una pregunta complejas, en algunos casos incontestable; ¿qué forma el abrazo con la vida? Son bloques de granito definidos con cortes naturales en cantera, ellos han de saturar el espacio por contraste y por sus dimensiones respecto a la escala humana.

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